La procesionaria del pino es muy habitual en los bosques mediterráneos. Se trata de una mariposa nocturna que, en su fase de oruga, se alimenta de las agujas y de los brotes de los pinos. Sobre estos hacen sus nidos, unos bolsones enormes que albergan entre 100 y 200 orugas. En los últimos meses estamos viviendo, en el Cerro del Telégrafo de Moralzarzal una plaga de procesionaria que no sólo afecta a los pinos de este paraje natural, sino también a los vecinos y las mascotas que pasean por la zona.

¿Por qué hay una plaga de procesionaria?

Principalmente existen dos razones. Por un lado estamos viviendo un invierno atípico con altas temperaturas y escasez de lluvia. Esto ha favorecido la eclosión temprana de las orugas cuyo ciclo biológico huevos- orugas- larvas – mariposas se ha acelerado. Hay que aclarar que esta plaga se está viviendo en gran parte de los bosques de pino de nuestro país y está relacionado con las altas temperaturas fruto del cambio climático.

Además, se da la circunstancia de que el pinar del Cerro del Telégrafo es una zona repoblada a principios del siglo pasado, básicamente con ejemplares de Pinus nigra, especie propia de suelos calizos, nada adecuada para nuestro monte y que es a los que más está afectando esta plaga. La Comunidad de Madrid aprobó en 2011 un Plan de Ordenación que adía de hoy todavía no ha puesto en marcha y que, entre otras medidas, debería reducir el número de pinos existentes en el Cerro, con el fin de que los ejemplares no compitan entre sí por los recursos. Esta medida, además, dificultaría que las orugas se extendieran entre los árboles.

¿Cómo afecta la procesionaria a los pinos?

Como hemos señalado, las orugas se alimentan de las hojas y los brotes de los pinos. En circunstancias normales, esto no es un problema ya que, tras los ataques, los árboles suelen recuperarse rápidamente. En estos casos, sólo los ejemplares enfermos suelen llegar a morir. El problema se agrava cuando, como ocurre en el Cerro del Telégrafo, la biodiversidad es escasa. Además, recordemos, que el Pinus nigra es una de las especies más vulnerables a la procesionaria.

¿Cómo afecta la procesionaria a las personas?

La oruga de la procesionaria es también un riesgo, tanto para las personas como para las mascotas domésticas. Cuentan con unos pelos urticantes que incluso pueden lanzar cuando se sienten amenazadas y que provocan irritación y sarpullidos en la piel. Además, en contacto con los ojos pueden producir cuadros de conjuntivitis. Especialmente vulnerables son los niños.

En cuanto a perros y gatos, su naturaleza curiosa puede, incluso, costarles la vida. Al acercarse a olisquear las orugas y entrar en contacto con sus pelos urticantes, que son como dardos envenenados, se producirá una inflamación de los labios, la boca e incluso la cabeza. Si la infección llega a la laringe, pueden morir por asfixia. En caso de contacto con la procesionaria, se recomienda lavar la boca del animal con agua templada y acudir rápidamente al veterinario.

¿Qué ha hecho el Ayuntamiento?

Los pinos situados en las zonas urbanas del municipio han sido protegidos con tratamientos de endoterapia. POr otro lado, durante meses se ha pedido a la Dirección General de Medio Ambiente de la Comunidad de Madrid que actuara contra la procesionaria en el Cerro del Telégrafo. Finalmente, a principios de diciembre se llevó a cabo la fumigación. Lo ideal hubiera sido haberla realizado meses antes.

¿Qué va a hacer el Ayuntamiento?

La semana pasada se volvió a tratar el tema con el director general de Medio Ambiente de la Comunidad de Madrid, Mariano González Sáez que se ha comprometido a tomar medidas antes del verano. Estas pasan por realizar tareas de clareo, talando aproximadamente el 20% de la masa forestal, actuación que se avala tanto desde Greenpeace como desde Ecologistas en Acción.

Como ayuntamiento tenemos las manos atadas porque el posible tratamiento es competencia de la Comunidad de Madrid y porque cualquier actuación conllevaría una inversión económica imposible de asumir por una entidad local.

No obstante vamos a seguir vigilantes para exigir que la Comunidad de Madrid lleve a cabo las acciones necesarias a las que se ha comprometido para preservar nuestro monte.